¿A quién le toca?

Algunos de los mejores recuerdos que tengo de mi infancia tienen como telón de fondo un juego de mesa… así que no es de extrañar que me estuviera muriendo de ganas por introducir este tipo de juego a los peques.

A tan solo un mes y pico del cuarto cumple de los Mellis, y en vista de que se habían portado fenomenal con las vacunas de la gripe, decidí ir a una juguetería local a buscar un juego de mesa. ¡Madre mía! ¡Menuda selección! Resulta que hay muchísimas opciones para pequeñines…

La mayoría de los juegos de mesa para pequeñitos están llenos de colorines e imágenes divertidas, encontramos desde memos a dominós de animales, un bingo de imágenes y palabras (además estaba en inglés y castellano, ¡bingo!) y juegos colaborativos y competitivos.

Después de más de media hora mirando los juegos colaborativos, en los que todos los jugadores juegan en equipo y llegan todos juntos a la meta, y los juegos competitivos, me decanté por uno de los segundos porque me parecía más sencillo como primer juego.

Y es que los juegos de mesa tienen muchos beneficios:

  • Tiempo en familia. Muchas veces tenemos que buscar formas en las que involucrar a toda la familia y los juegos de mesa son una excusa ideal para reunirnos todos alrededor de una mesa.
  • Tiempo de calidad. Muchas veces pasamos tiempo con nuestros peques, pero, ¿es tiempo de calidad?
  • Mejora la comunicación. Dependiendo del tipo de juego la comunicación es más o menos esencial, pero siempre forma parte del rato en familia.
  • Ayuda a la comprensión de instrucciones y el seguimiento de normas básicas, como a esperar su turno y seguir la dinámica del juego.
  • Concentración. Ayuda a los pequeños a desarrollar las habilidades necesarias para concentrarse y estar tranquilos durante el juego. Habilidades que le serán de utilidad cuando vayan madurando.

Pues nada, ¡ahí tenéis una idea para  Navidad! Que el invierno es muy largo y las noches tardes son eternas y si hace mal tiempo peor… 




¡¡¡A JUGAR!!!

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