Llevo varias semanas sin publicar porque me he encontrado bastante debilitada con una anemia terrible en estas últimas semanas de embarazo… y es que la recta final es la más difícil, estamos tan cerca del momento de verle la cara a nuestro retoño, pero aún queda y el cuerpo no responde igual al primer embarazo que al segundo. Pero bueno, es lo que hay. ¡No os preocupéis! ¡Ya dejo de lloriquear!

Pues hoy toca post protesta. Lo siento, pero es así. Llevamos todo el verano con los Mellis en casa, haciendo actividades, yendo a visitar sitios (si nos seguís por Instagram y Facebook habréis visto algunas fotillos) y pasando mucho tiempo de calidad en familia. Pero esta semana se acabó “lo bueno” y tocaba volver a las aulas…
Hasta ahora, he de decir que el concepto de “período de adaptación escolar” me parecía una idea positiva y un concepto que podía ayudar a los más pequeños a asimilar el paso de casa o guardería al colegio “de mayores”. Hoy, no lo tengo tan claro. Os cuento. Esta semana hemos tenido un horario relativamente normal el martes, miércoles y mañana viernes, es decir, entramos tarde y nos vamos pronto, pero hoy ha sido un desastre… Necesito que alguien me aclare qué beneficio psicológico o pedagógico tiene llevar a un niño a las 11 de la mañana y que estén ahí tan solo una hora. Mis hijos se han levantado, se han vestido, han desayunado, se han puesto a jugar conmigo y de repente… “¡NIÑOS, AL COLE!” ¿Qué están aprendiendo con este horario? ¿Qué hábito están asimilando? Os lo digo yo: NINGUNO. Y la semana que viene empiezan de lleno con el horario completo después de unos pocos días de horario despendolado.
Han aprovechado este tiempo para conocer a su profesora y nada más, no han aprovechado esta semana para entender el ritmo de la clase, qué actividades más o menos establecidas tiene el día… Para ver donde tienen que colocar cada cosa, porque está todo a medias, la clase sin terminar de poner… Los profesores con niños entrando y saliendo por turnos, los niños despistados “¿Hoy vengo una hora? ¿Vengo dos? ¿Me toca patio? ¿O no?”
Y mi pregunta es: ¿A quién beneficia realmente esta pseudo adaptación? A los padres no, que no nos da tiempo a tomarnos ni un café entre soltar a un niño y salir pitando a buscarle. A los niños tampoco, porque viendo el descoloque de los míos y de sus compañeros no creo que esto haya creado ningún tipo de hábito. A los profesores lo dudo, porque aunque son los que salen más beneficiados del tema, dudo que sea una forma práctica de trabajar… con unos niños que entran, otros que salen, otros que se cambian de turno. Es decir: DESORDEN.

Usada bajo licencia Creative Commons.
Pues desde este humilde blog me gustaría levantar una voz pidiendo cordura a la hora de diseñar el período de adaptación de los colegios… me gustaría pedir que fuera más uniforme. Que los niños no tuvieran tanto caos, que fueran aprendiendo a qué atenerse, algo que realmente facilite su transición a la vida de la escuela “post-adaptación”. Me parece bien que exista cierto proceso para facilitar su entrada, pero el sistema actual, o al menos el que nos ha tocado a nosotros y a otros padres que conozco que están repartidos por todo el país no beneficia a nadie… al menos que yo vea.
¿Vosotros qué opináis?